Hace algunos años (muchos, en
realidad) conocí a una persona muy especial, de la cual pude aprender maravillosas
lecciones y parte de quien soy se lo debo a ella, llevaba “tatuado” en la frente la palabra incomprendido, yo afirmo que fue un maravilloso incomprendido…
Siempre me dijo que con el pasar
del tiempo, a medida que creciera como persona, descubriría que para ser yo
misma todo o casi todo lo de alrededor (personas, circunstancias, trabajo…) me
lo pondrían muy difícil, pues el precio
de ser uno mismo y mantener tu esencia inalterada es muy alto. Hoy más que nunca me acuerdo de
esas palabras, recuerdo como me las decía, con su gesto exagerado, con sus
manos dando aspavientos en el aire, y con los ojos fijos en mi como si
pretendiera con ello advertirme cuanto antes de lo complicado que iba a ser caminar
por un destino llevando por bandera
la rebeldía, el inconformismo, la, en
ocasiones, indisciplina y en cierta manera la indomabilidad de espíritu frente al “adiestramiento” que suponía este
mundo. Sí, estaba en lo cierto, me encontraba en la lanzadera de salida para
convertirme en un incomprendido.
Pero todo entonces era más fácil,
ya que con quince o dieciséis años, ser un “incomprendido” casi es de obligada condición,
ya sabéis, las hormonas, el afianzamiento de la personalidad,… pero cuando ya
estas en edad adulta.. Como que la cosa cambia, y pasas de ser un incomprendido
(o mejor dicho “a que no te sientas entendido o comprendido por nadie”) a ser un “raro”, entre
otros calificativos.
Kurt Cobain dijo “Se ríen de mi
porque soy diferente, yo me río de ellos porque son todos iguales”, es verdad, Kurt
fue un incomprendido y la incomprensión pudo con él suicidándose a la edad de
27 años; fue, lamentablemente, uno de los que se encuentran dentro de la lista
del “Club de los 27”.
Quizá, ese espíritu de rebeldía e
inconformismo tiene tanto poder invisible que asusta y aquellos que un día decidieron deshacerse
de él, en su afán de supuesta “mejora”, intentan apartarle, en vez de permitir que
siga brotando en aquellos que todavía continúan aferrándose a él.
Detrás de esos “incomprendidos”
hay mentes maravillosas provistas de una sensibilidad inaudita (y muy sufrida) capaces de raspar y encontrar oro donde otros
solo vieron una piedra.
Sí, hoy sé que el espíritu de ese
incomprendido sigue vivo en mi, y a pesar de que a veces el mundo intente
enturbiar mi esencia, intentando añadir mil y un colorantes, conservantes, acidulantes
y demás aditivos, seguiré llevando por
bandera aquello que un día me coloco en la lanzadera de este destino que elegí.
( IN MEMORIAM : ESTO VA POR TI.... ALLÁ DONDE ESTÉS)
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