domingo, 23 de diciembre de 2012

NAVIDAD, DULCE NAVIDAD?


 

 
 
De nuevo están aquí. Siempre a la misma hora y los mismos días.  Mágicas y aplastantes. Llenas de luz y de sombras. Unos, esperándolas con anhelo y otros, esperando que el tiempo vuele para que sean pasado.  Sí, estas fiestas navideñas provocan amor y odio a partes iguales y yo, soy de esos que ven más sombras que lucecitas de colores y que no tiene especial estima a esa señor enorme de barba blanca que en cada frase que dice aplica la coletilla del Oh Oh Oh¡¡¡¡, no sé si se está descojonando o tiene un problema de tos crónica.
 
Ha sido un año duro. Es un año duro. Todavía el reloj no ha empezado ha marcar la cuenta atrás del 2013 (que rollo más raro me da este número) y la gente ya ha empezado a organizar minuciosamente su lista de propósitos. Se palpa en el ambiente. Conversaciones dentro de la cafetería de la esquina sub realistas, y que me hacen girar la cabeza con rostro desencajado, por la poca fé que tengo en las palabras del ilusionado orador,  que  explica a su amigo todo lo que piensa hacer este  nuevo año, mientras le escucho, yo pienso: “Colega, ¿has esperado cuarenta  años ha decidir que quieres aprender chino?”.


Joder, la gente se vuelve loca, enajenación navideña transitoria, digna de estudio (seguro que ya hay estudios a cerca de ello pero no lo suficientemente rotundos como para entender que esto puede ser un problema de salud publica). Los propósitos de hoy serán las frustraciones de dentro de tres meses. El ser humano es insconstante.

Caminar por la ciudad se vuelve caótico y claustrofóbico. ¿Pero de donde ha salido tanta gente…?. Hombres y mujeres cargados con bolsas, por las que sobresalen las esquinas de algún paquete envuelto en colores, todos caminan rápido, hipnotizados, se empujan, me empujan. Toda esa masa humana se va lanzando hacia la próxima tienda del bulevar del merchandasing navideño, escaparates llenos de luces, de ropa y complementos brillantes, espumillón y renos de paja cercados de polvo blanco, que simula la nieve que nunca cuaja en mi ciudad, y de fondo la música de aquel violinista, tocando “Noche de paz”, con su fiel y viejo perro a su lado, todos lo escuchan, pero nadie le mira. Me acerco. En la caja donde guarda el mágico instrumento solo hay tres euros, deposito una moneda dentro y el inclina la cabeza con gesto agradecido, mientras, sigue tocando. Le sonrío. Me sonríe. Guantes de lana deshilados y abrigo de paño negro, roto y manchado, con un minusculo bombín en su cabeza.  

Camino. No entiendo nada.

Comida. Cenas, comidas, desayunos de empresa. Compartiendo mesa con el cabrón que te ha hecho la vida imposible cada una de tus jornadas laborables, con el que probablemente el día 15 de enero te mande a la calle por que no ha sabido gestionar su empresa, hoy te dará una palmadita en la espalda con su aliento a whisky y riendo contigo mientras te dice lo imprescindible que eres en el trabajo y mañana te dará la misma palmadita (o más bien patadita) en tus posaderas, mientras se sube en su Mercedes plateado y te deja con cara de gilipollas y con los papeles-documentos identificativos de ser desempleado.

Y mientras, yo pienso en ese violinista de abrigo negro y guantes deshilados. En el brillo de sus ojos tocando, mas brillantes que las luces de los escaparates. En la fidelidad de su perro, que nunca le traicionará. En el agradecimiento de su rostro, que son los mejores colores con los que se puede envolver un regalo.  En la magia de sus melodías, que son el propósito de algo real…..
 
Feliz Navidad.
 
MI RECUERDO PARA TODAS AQUELLAS PERSONAS QUE VIVEN Y TRABAJAN EN LA CALLE OFRECIENDO VERDADERA MAGIA CON SU MUSICA Y SU ARTE.

 

 

1 comentario:

  1. Querida anfitriona bloguera, me gusta tu nueva entrada, el estilo descriptivo del violinista permite incluso ponerle en su instrumento musical la melodía adecuada a una época del año de la que las personas hemos adulterado su espíritu, con las compras, los papas Noel, etc….-
    Creo que si algo debía ser ese espíritu es para preguntar a esa gente de la calle, si podemos hacer algo por ellos, ya que a pesar de lo mal que lo estamos pasando siempre hay gente que está peor que nosotros, así que menos juguetes y más regalos que puedan suponer ayudar a las personas más necesitadas. La imaginación en ese aspecto, tenía que jugar un digno papel, y los que mandan cartas a los reyes magos tenían que pedir algo para ayudar a esas personas. Incluso en esta situación de crisis, cada vez más personas en sus voluntariados pasan sus cenas ayudando a esta gente. Esto es la navidad, que nos demos cuenta de todos, no solo de los que tocan en la calle, de los vecinos con orden de desahucio, de los niños sin juguetes, son muchos los colectivos los que necesitan ayudan, y creo que gracias a ese espíritu que en el fondo de tu entrada quieres plasmar se puede hacer mucho más de lo que hacemos.
    Gracias, por tu nueva entrada, no me gusta dar muchos elogios ya que la gente se pude creer más de lo que es, pero creo que si sigues por esa línea mucha gente leerá lo que escribes que me imagino que es lo que pretendes. Por último: Feliz Adviento.

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